

El caos es un trompo
que gira y gira,
hace lo imposible posible,
sin caerse,
sin inmutarse de las reglas del juego.
El caos renombra los lugares que conozco.
El metro de Madrid
abre por la noche,
cierra por el día.
El café
se toma por las noches,
con sal.
Los humanos
cagan a las palomas.
La luz me ciega.
La sombra me revela la verdad.
La ansiedad es lo mejor de mi día.
La tranquilidad,
mi mayor preocupación.
¡Brindo porque en el presente reine el caos!
Porque el caos,
al ser como un trompo
que gira y gira,
también,
poco a poco,
empieza a tambalearse.
Y tras cada tambaleo
los lugares recuperan sus nombres.
El metro abre de día,
cierra de noche.
El café
se toma por las mañanas,
con azúcar.
Las palomas
cagan a los humanos.
La luz muestra la verdad.
La tranquilidad es lo mejor de mi día.
El trompo,
por fin,
cae.
Inmóvil.
Silencio.
Todo encuentra su lugar.